Comentario de un texto de WERTHER (Marta Caparrós y Eva Carreras. IES La Madraza)

Hice esfuerzos para ocultar la emoción que me producían sus palabras; pero no mucho tiempo, porque al oírla hablar del Vicario de Wakefield y de X, con precisión y verdad conmovedoras, no me pude contener y me empecé a disertar entusiasta, como transportado y fuera de mí.


Hasta que Carlota se dirigió a sus dos compañeras, me percaté de que estaban ahí, con los ojos abiertos al extremo, pero como si no estuvieran. La prima me miró con aire malicioso y socarrón, pero fingí no verla. Enseguida se habló del placer del baile.



-¿Será un defecto esa pasión? -dijo Carlota-. He de decir que no conozco nada superior al baile. Cuando alguna pena me embarga y quiero mitigarla, me siento al clave, toco una contradanza y de inmediato todo se me pasa.


¡Con avidez miraba sus bellos ojos negros! ¡Con qué ardor contemplaba sus labios rosados, sus frescas mejillas tan animadas, sintiéndome como encantado mientras hablaba! Sumido como en un éxtasis de admiración por lo sublime y exquisito que ella decía, me sucedía con frecuencia no oír las palabras que pronunciaba, ni concentrarme en los términos que utilizaba. ¡Ah! Tú que me conoces entenderás lo que me pasaba. En una palabra, bajé del carruaje como sonámbulo y seguí caminando como un hombre perdido, inmerso en un mar de ensueños, y cuando llegamos a la puerta de la casa donde era la reunión, no sabía dónde me encontraba.
1. El texto pone de manifiesto la fascinación que Werther siente por Carlota desde su primer encuentro.

Se trata de un encuentro fortuito e inesperado para Werther, quien ha sido invitado a una fiesta y debe compartir el carruaje con una joven a la que no conoce y que resulta ser Carlota. Este fragmento muestra la emoción que despierta ella en Werther cuando descubre que comparten la admiración por la misma obra. La emoción que despierta en él hace que desprecie el gesto de rechazo de sus amigas.

La admiración crece cuando ella manifiesta su pasión por el baile y la música, lo que hace que hable con espontaneidad y familiaridad, y, llegados a su destino, él reconoce que está impactado.

Este fragmento corresponde al principio de la obra, cuando Werther disfruta del entusiasmo de sus primeras semanas en Walheim, lugar idílico donde encuentra la felicidad en contacto con la naturaleza, los campesinos y la lectura en sus rincones favoritos. El episodio del baile constituye la culminación de la felicidad de Werther. Pero a continuación, una tormenta intempestiva supone la premonición del fatal desenlace de la obra.

La lectura de la novela referida (El vicario de Wakefield, del autor inglés Goldsmith) supone la admiración compartida por la literatura moderna, Werther admira igualmente la propiedad y la independencia de criterio de Carlota (habla “con precisión y verdad conmovedoras”), que contrasta con la superficialidad y vulgaridad de las compañeras de carruaje, a las que pasa a ignorar.

Igualmente admira el entusiasmo que ella expresa de forma desmedida por la música. Eso le hace perder el control e intervenir sin control, precipitadamente, impulsado por la buena conexión que siente con Carlota. Él reconoce que es impulsivo (“Tú que me conoces entenderás lo que me pasaba”) y se apasiona con facilidad. Esto hace que quede sumido en un estado de éxtasis por la experiencia compartida con carlota.

El tema del impulso apasionado que empuja a Werther es constante en toda la novela y un rasgo definidor del carácter romántico. A lo largo de la novela, el protagonista se mueve por impulsos, prefiere guiarse por el corazón, lo que hace que en un momento se defina como un niño, que se mueve por caprichos irracionales. Desde el principio sabemos que se ha trasladado al pueblo por un impulso, y por la misma razón abandonará el pueblo. Indudablemente este carácter irracional e impulsivo le llevará a mantener una relación a todas luces imposible con Carlota y, por último, al fatal desenlace.

Mención aparte merece las referencias que se hace a la literatura y a la música, otro tema de gran importancia en la novela. La pasión por el arte es otro rasgo definitorio del romanticismo, amante de la ruptura con las convenciones tradicionales.



2. Este fragmento se trata de un texto narrativo, perteneciente a la novela Los sufrimientos del joven Werther, que está configurada como una sucesión de cartas y fragmentos de su diario.

El narrador de este fragmento es el propio protagonista, Werther, y el destinatario, su amigo Guillermo, a quien se refiere al final del fragmento (Tú que me conoces). El género epistolar se muestra como idóneo para una obra tan desgarrada como esta; en la que el autor quiere revelar de forma deirecta y desnuda el alma del protagonista, como ya indica el título, que subraya la inocencia y desvalimiento del personaje debido a su juventud.

El tiempo que dura el fragmento es el que dura el trayecto en carruaje desde una casa a otra. El suficiente para mostrar la impaciencia y carácter impulsivo de Werther (me contuve “pero no mucho tiempo”). Para referirse a sus intervenciones atropelladas e intempestivas , sin prestar atención a sus interlocutores utiliza la locución adverbial “con frecuencia”. El final del viaje es señalado con una oración subordinada adverbial de tiempo (“cuando llegamos”).

El espacio donde se desarrolla la mayor parte de acción es el ambiente cerrado del interior de un carruaje, que evidentemente contribuye a aumentar la cercanía de los dos protagonistas. Permite que pueda observar en primer plano con detenimiento los detalles físicos de su rostro y los matices de su voz. Al final la escena transcurre en el espacio abierto que andan desde el carruaje a la casa donde se celebraba la reunión, que en realidad es un baile. Fuera del carruaje se siente aturdido, preso de la fuerte emoción que ha vivido en el interior.

En cuanto a los personajes, en el texto aparece lógicamente Werther, caracterizado como una persona apasionada, entusiasta, que se deja arrastrar por los sentimientos de admiración que ha despertado Carlota (“no me pude contener”, “fuera de mí”, “sumido en éxtasis de admiración”). Se muestra hipersensible y fácilmente excitable hasta el paroxismo. Este estado es frecuente en él, como comunica a su interlocutor (“entenderás lo que me pasaba”).

Carlota es el objeto de su pasión. Su forma de expresarse es serena y racional, lejos del apasionamiento de Werther; su lenguaje le parece “sublime y exquisito”. Da a conocer su buen gusto artístico (lee literatura moderna extranjera y toca el clave con habilidad) y son descritos sus ojos, labios y mejillas como ideal de belleza.

Otros personajes mencionados son el destinatario o amigo de él, Guillermo, a quien dirige sus carta y las otras dos señoritas a quienes se refiere de forma anónima (“sus dos compañeras”) y que son descritas como la antítesis de Carlota, indiferentes a su conversación (dice que la oían “como si no estuvieran”, que parecen censurar a Werther por su actitud, pero éste no les hace caso (“fingí no verla”).

En el plano léxico-semántico encontramos frecuentes parejas de sinónimos, con los que resalta su emoción (“precisión y verdad”, “entusiasta, transportado”, “malicioso y socarrón”, “lo sublime y exquisito”, “como sonámbulo, perdido”. Abundan términos referidos al campo semántico de los sentimientos (emoción, conmovedora, entusiasta, avidez, ardor, éxtasis, admiración, sublime).

En el plano morfo-sintáctico encontramos grandes diferencias entre los cuatro párrafos del texto. Los dos primeros son narrativos, están en primera persona del singular y en pretérito perfecto simple de indicativo (hice, pude contener, empecé a disertar, me percaté, fingí) como corresponde al carácter autobiográfico del texto. El tercer párrafo es un diálogo en el que hay una pequeña acotación (“dijo Carlota”). Hay una interrogación retórica y dos frases también en primera persona y en presente, sin dirigirse a sus interlocutoras, a las que parece desdeñar. Por último, en el cuarto párrafo, Werther expresa sus emociones y en él predomina la función expresiva, por lo que utiliza elocuentes oraciones exclamativas más complejas que en los párrafos anteriores.

En cuanto a las figuras retóricas, éstas se concentran lógicamente en el último párrafo que es más intenso. Hay exclamaciones, rica adjetivación (negros, rosados, animadas), símiles (“como sonámbulo”, “como un hombre perdido”) y una hipérbole (“inmerso en un mar de sueños”).

El lenguaje es adecuado en todo momento a la intención del autor. Más claro y ponderado cuando refiere hechos y más complejo e intenso cuando expresa emociones.

En cuanto a su cohesión, todo el texto tiene unidad temática, gira alrededor del mismo tema, y está dividido en partes bien organizadas, lineales en el tiempo. El autor primero presenta y describe al objeto de admiración de Werther y luego pone de manifiesto su reacción.

La coherencia gramatical del texto se da con el uso de pronombres sustitutivos de los sustantivos. Emplea primero la catáfora cuando se refiere a un personaje con pronombres (“sus palabras”, “oírla”) y luego dice de quién está hablando (Carlota se dirigió a sus dos compañeras”). Utiliza sinónimos recurrentes para referirse a las acompañantes (“compañeras”, “prima”).

3. El texto propone dos temas fundamentales para el sujeto romántico: el nuevo ideal femenino y el espíritu apasionado al margen de las normas convencionales.

En cuanto al ideal de mujer, Goethe muestra su admiración por una mujer sensible e inteligente, como retrata a Carlota, que antes ha despertado el interés de Werther por la bondad y el cariño con que trata a sus hermanos pequeños. La admiración de Werther , por tanto, no se limita al aspecto físico ni sensual de la protagonista, sino por su riqueza interior y su complicidad, la facilidad con que se comunican y la igualdad de sus gustos artísticos.

En este aspecto, podemos ver un planteamiento muy moderno de las relaciones entre los hombres y las mujeres, alejado del tratamiento tópico de la mujer como objeto ni ser inferior. Es fundamental en la relación amorosa el plano de igualdad y la comunicación fluida entre iguales.

Por otra parte, Werther se manifiesta como una personalidad impulsiva , que no teme dejarse llevar por los sentimientos, a pesar de las advertencias de las compañeras de viaje, que representan la sociedad vulgar y gazmoña, que no comprende a los seres diferentes.

Werther representa el impulso romántico enfrentado a la sociedad que pretende moldearlo según las convenciones establecidas. El temperamento de Werther perdura todavía como portador de un nuevo código moral asentado sobre las bases del corazón y de los sentimientos, por encima del sentido práctico de la vida que caracteriza el mundo burgués.

Aún hoy día sigue siendo un modelo de contestación y de protesta del ser que se sabe único, independiente, dueño de una sensibilidad propia y que se rebela contra quienes pretenden acomodarlo al gusto vulgar dominante e interesado de los mass media.

Representa el espíritu juvenil revolucionario inconformista que se manifiesta contra las normas establecidas por una sociedad castrante. Es capaz de arriesgar su propio destino y su felicidad por seguir la llamada de sus sentimientos.







Comentarios

Entradas populares de este blog

Comentario de Casida de la mujer tendida de García Lorca

CANCIÓN DEL JINETE COMENTARIO DE LUCÍA FERNÁNDEZ HERNÁNDEZ IES ÁNGEL GANIVET (2º D)

COMENTARIO DE UN POEMA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ