Don Rafael García Álvarez

Don Rafael García Álvarez (Extracto de Recuerdos de un estudiante de Rafael Gago)

Cuando en el último año del bachillerato establecimos Mariano Godoy y yo, vínculos de compañerismo y amistad, había en el Instituto un catedrático que, rebosando de abnegación por la enseñanza, abrió para sus alumnos de Historia Natural, que voluntariamente quisieran asistir, una clase práctica de aquella asignatura, especie de verdadera clínica a la que dedicaba cada día unas tres horas con excepcional paciencia y constancia. Era don Rafael García Álvarez, autor de la mejor obra didáctica de su especial ciencia, en la que encerró con exquisito método y arte, la enorme balumba de conocimientos que constituyen la Historia natural[1].


Inscribiéronse para esta clase libre y gratuita una veintena de alumnos, entre ellos Godoy y yo. En la clase se estaba de pie, profesor y discípulos, por no causar molestias a mozos y bedeles en quitar y poner bancos. D. Rafael sacaba de la colección un mineral que entregaba a examen de uno cualquiera de sus discípulos para que determinase qué sustancia era, y que después de mirarlo y remirarlo por todos lados solía salir con algún exabrupto, en especial un compañero, que falleció poco después perteneciente a una familia distinguidísima de intelectuales; lo que demostraba plenamente que en ningún momento durante el curso se había dignado hojear el texto. La clase, por la brevedad del tiempo, quedó limitada a la Mineralogía; pero sea dicho en verdad, esta parte llegamos a poseerla al dedillo, por cuyo triunfo D. Rafael estaba con justicia muy satisfecho y aun orgulloso, pues casi habíamos llegado a estar en aptitud de clasificar un mineral desconocido, aunque hubiese sido un schord, que, como las afecciones nerviosas en patología, era un nombre a la mano para salir regularmente de una pregunta dificultosa y bajo el cual se comprendían minerales de muy diversa naturaleza.

El principal centro de comunicativa expansión era el café. Godoy y yo íbamos al llamado de Eloy situado en el Campillo que, como todos los de su tiempo, tenía aspecto de algibe abovedado con arcos de paso de una sala a otra sostenidos por fuertes y gruesos muros; hasta que durante la guerra franco-prusiana[2] se abrió al público el amplio Café Suizo, y hubo noche en que la dependencia era insuficiente para servir a tan apiñada muchedumbre de consumidores que tenían que tomar café de pie en la esquina de una mesa; por lo que, por algún tiempo, hubimos de volver al de Eloy.  



[1]           Rafael García Álvarez (1828-1894), catedrático del Instituto, en 1867 publicó Libro de Historia Natural, en la imprenta de Francisco Ventura y Sabatel. El volumen en cuestión ostenta el honor de ser uno de los libros de texto de vida más prolongada en la moderna escuela española. Durante cerca de medio siglo se utilizó en la enseñanza de las Ciencias Naturales de Secundaria. Fue excomulgado en 1872 por el Arzobispo de Granada por propagar las teorías de Darwin, a quien no se cita literalmente hasta la reedición de 1894.

[2]           La Guerra franco-prusiana fue un conflicto que tuvo lugar desde julio de 1870 hasta mayo de 1871. El desencadenante principal fue el famoso Telegrama de Ems.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Comentario de Casida de la mujer tendida de García Lorca

CANCIÓN DEL JINETE COMENTARIO DE LUCÍA FERNÁNDEZ HERNÁNDEZ IES ÁNGEL GANIVET (2º D)

COMENTARIO DE UN POEMA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ