G. EL TEATRO DEL S. XX HASTA 1939


G. EL TEATRO DEL S. XX HASTA 1939

Se encuentra dominado por los condicionamientos sociales: los gustos del público burgués, mayoritario, son poco exigentes, lo que provoca las concesiones de los empresarios. La consecuencia es la pobreza y el inmovilismo de este teatro, que repite fórmulas ya caducas. Al margen del teatro comercial, habrá algunos autores inconformistas, pero sin peso entre el público.

El teatro comercial. Pese al intento de Galdós o Dicenta de renovar el teatro español, será la comedia benaventina la que domine. Jacinto Benavente, premio Nobel en 1922, empezó con un tono crítico (El nido ajeno), pero el poco éxito le llevó a una comedia burguesa, donde se plantean problemas poco conflictivos, con el diálogo (elegante, natural, ingenioso) como base. Intenta reflejar la actualidad, por lo que hoy es un teatro desfasado. Se salvan, no obstante, obras como La malquerida o Los intereses creados. Seguidor de Benavente será Gregorio Martínez Sierra.

La comedia costumbrista, mezcla aspectos de la zarzuela y del género chico, en sainetes que reflejan un ambiente pintoresco español, con sus personajes tópicos, usando un lenguaje vulgar y humorístico y con unos temas profundamente conservadores. Ejemplos de este teatro son Carlos Arniches, con El santo de la Isidra o La señorita de Trevélez; los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, con Malvaloca; o Pedro Muñoz Seca, creador del astracán, parodia vulgar, como en La venganza de don Mendo.

Teatro en verso, de temática histórica y conservadora,  como Marquina (En Flandes e ha puesto el sol), o Villaespesa (El alcázar de las perlas).

La obra teatral de Ramón María del Valle-Inclán.

A diferencia de lo que hemos visto, su teatro es original, sus planteamientos radicales, su lenguaje rico y expresivo y sus temas y estética absolutamente distintos. Ramón del Valle Peña nace en 1866. En 1892 viaja a Méjico. En el 95 se instala en Madrid. Es encarcelado en 1929, por oponerse a Primo de Rivera. Muere en 1936. Adscrito en principio al Modernismo, su evolución ideológica y estética le lleva más allá, hasta la creación del esperpento.

Una primera época es la modernista, decadente y evasiva, con un estilo brillante y esteticista, con títulos como Cuento de abril y Voces de gesta.

Después nos encontramos con el conocido como ciclo mítico, con las Comedias bárbaras (1907-22): Águila de blasón, Romance de lobos y Cara de plata. Se ambientan en un marco gallego rural, donde los instintos y las pasiones violentas priman sobre el resto. La culminación de este periodo es Divinas palabras , donde la monstruosidad y lo irracional dominan la historia, desencadenada por la avaricia y la lujuria.

Al tiempo, Valle desarrolla unas farsas, donde lo grotesco y la caricatura convierten a los personajes en fantoches: Farsa italiana de la enamorada del Rey y Farsa y licencia de la Reina Castiza, críticas de la España isabelina.

Pero es en 1920 cuando, con el primer borrador de Luces de bohemia, Valle crea el esperpento, basado en la deformación sistemática de personajes y valores. Así, se denuncia a la sociedad española, grotesca y deformada, al igual que los personajes, marionetas ridículas. “El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”, dirá Max. Además, hay una serie de rasgos formales del esperpento: el uso de contrastes (doloroso/grotesco, trágico/cómico), la riqueza y elaboración del lenguaje (según los distintos registros), las acotaciones (literarias hasta el punto de funcionar por sí mismas), numerosos personajes y continuos cambios de espacio y tiempo entre las escenas. Las obras esperpénticas son: Luces de bohemia; la trilogía Martes de Carnaval (Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto,  La hija del capitán), caricaturas del honor, de la guerra de Cuba, así como del mito de Don Juan, y de los dictadores, respectivamente; y las piezas breves del Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, muy influidas por el esperpento.

Luces de bohemia es la obra fundamental de Valle. Basada en un personaje real, Alejandro Sawa-Max Estrella, escenifica un viaje de éste a los infiernos de la bohemia, por una noche, junto a su lazarillo, Don Latino de Híspalis. Hundido por la desesperación, tras recorrer un Madrid triste y absurdo, muere, justo cuando iba a salir de la miseria.

Hoy en día, Valle es un autor vigente y poderoso. El esperpento constituye una revolución, un antecedente de Brecht o del teatro del absurdo, es decir, de parte de lo más importante del teatro moderno. Y él, probablemente, sea el mejor autor desde Calderón.

Caso aparte lo constituye Federico García Lorca(1898-1936). Posee una raíz poética muy fuerte, no sólo por el uso abundante del verso, sino por sus argumentos y lenguaje. Su tema principal es el enfrentamiento entre el individuo (deseo, amor, libertad) y la autoridad (orden, tradición, convenciones). Su propia personalidad, escindida entre la vitalidad y la frustración, influyen poderosamente en su obra, en la que el destino trágico es inevitable. Dejando a un lado un teatro juvenil hasta hace poco inédito, su primera obra es la fallida El maleficio de las mariposas (1919). Continuará con dos farsas de guiñol, Tragicomedia de Don Cristóbal y la señá Rosita (1923) y El retablillo de Don Cristóbal (1931), así como otras dos farsas para actores, La zapatera prodigiosa (1929-30) y Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín (1930). Las cuatro tratan críticamente el mismo tema: la mujer joven casada con un viejo. Mariana Pineda (1923) es su primer drama lírico. Entre 1925 y 1928 escribe dos piezas breves, complejas, influidas por el Surrealismo: El paseo de Buster Keaton y El público. En 1935 escribe la Comedia sin título, premonitoria de la guerra civil, y Doña Rosita la soltera, drama sobre una solterona. Pero será la llamada trilogía rural la que mayor fama le concederá. Lo sexual, la mujer como protagonista, la ambientación en el campo andaluz y el final trágico son sus rasgos comunes. Bodas de sangre (1932) relata la historia de un amor imposible, que va contra las normas familiares y sociales; escrita en prosa y verso, el clima duro y dramático no puede desembocar más que en la tragedia. Yerma (1934) es la historia de la mujer estéril, que se ve obligada a matar a su marido, aun sabiendo que esto supone perder definitivamente la esperanza. Y, finalmente, La casa de Bernarda Alba (1936), cumbre teatral de Lorca, conflicto entre pasión y convenciones sociales, fresco de una situación angustiada y terrible, la relación de una madre autoritaria con sus cinco hijas, hasta que una de ellas, la libre Adela, se rebela, sabiendo que la condena irremisible es la muerte. Sus poemas y obras de teatro se cuentan entre lo mejor de la producción literaria española del XX. Lorca aporta una obra universal.

 

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