H. EL TEATRO DESDE 1940 A NUESTROS DÍAS


H. EL TEATRO DESDE 1940 A NUESTROS DÍAS

     El teatro es el género más afectado negativamente por la guerra civil: han muerto los grandes renovadores (Valle-Inclán y Lorca) y se imponen mayores restricciones de posguerra que en otros géneros, precisamente por su necesidad de ser representado en público. Pese a todo no han faltado dramaturgos que recogían las inquietudes de cada momento y que buscaban nuevas formas de expresión teatral. 


El teatro de posguerra   

La comedia burguesa

El teatro de la primera posguerra es un teatro conservador que cumplió básicamente dos funciones: entretener y transmitir ideología. Se cultiva la comedia burguesa en la línea del teatro benaventino caracterizada por la perfecta construcción y por su intrascendencia, con dosis de humor y ternura. Además del propio Benavente, los dramaturgos principales son José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo (La muralla) o Juan Ignacio Luca de Tena (¿Dónde vas, Alfonso XII?).

El teatro de humor

     Cierta innovación representa el teatro del humor en el que destacan dos autores: 

- Enrique Jardiel Poncela con sus comedias de humor inverosímil, llenas de personajes en constante movimiento, lo que induce a la risa. Representan una sociedad feliz cuyos objetivos son el amor y el dinero ( Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada, Los habitantes de la casa deshabitada).

-  Miguel Mihura, cuyas comedias denuncian lo absurdo de la vida cotidiana, la vaciedad de los tópicos y las convenciones sociales que impiden al hombre ser feliz. Su obra más conocida es Tres sombreros de copa (estrenada en 1952). A ella se suman El caso de la señora estupenda, Maribel y la extraña familia o Ninette y un señor de Murcia.

Los realistas

       El teatro realista intentó renovar la escena española y manifestar su oposición a la dictadura. Las obras plantearon  temas como la injusticia social, la vida de la clase media y baja, la condición humana de los humillados, los marginados.

   El teatro del compromiso activo, preocupado, inconformista se abre en 1949 con el estreno de Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo.  En esta obra los protagonistas son cuatro jóvenes, vecinos en el último piso de una vieja casa. La obra refleja un mundo gris donde las frustraciones se repiten, no solo por el peso del medio social sino también por la debilidad personal.

En otras obras de Buero Vallejo como El tragaluz se hace un fuerte crítica al franquismo y a su obsesión por influir en nuestra visión de la historia tanto pasada como futura. Otras obras del mismo autor son El concierto de San Ovidio,  Un soñador para un pueblo, La fundación, etc.

     Alfonso Sastre formó el Teatro de Agitación Social. Su obra más destacada, Escuadra hacia la muerte, muestra la rebelión contra la autoridad que induce a una guerra que nadie entiende. Otras obras suyas son La sangre y la ceniza o La taberna fantástica.

    Un grupo de autores jóvenes siguiendo los planteamientos realistas iniciados por Buero y Sastre, ofrecen  lo largo de la década siguiente (los años sesenta), una propuesta teatral que presenta una clara actitud de denuncia de las injusticias sociales y de la alienación del individuo en muchas profesiones; se vale de un realismo directo y crítico que tiene al pueblo como protagonista. Sobresalen José Martín Recuerda (Las salvajes en Puente San Gil, Las arrecogías del beaterio de Santa maría Egipcíaca), Lauro Olmo (La camisa), Carlos Muñiz etc.

     Un autor de difícil clasificación que inicia su trayectoria dramática en esta época es Antonio Gala. Comenzó su dramaturgia con Los verdes campos del edén en esta década. Durante los años setenta, Gala goza del favor del público con obras como Anillos para una dama. Las obras de Gala se caracterizan por su tono poético, presentación escénica convencional y una cierta propensión por lo moralizante. 

 

Los vanguardistas

     A finales de los sesenta se desarrolla un teatro vanguardista y experimental que se definirá sobre todo por su oposición estética a los realistas, aunque en bastantes ocasiones las obras tampoco están exentas de crítica social ni encontraron facilidades para ser representadas por su choque con la censura o porque sus audacias formales no encontraron fácil eco en un público amplio. Entre los autores de esta corriente podemos señalar a Fernando Arrabal, cuyas obras están a medio camino entre el esperpento, el surrealismo y el teatro del absurdo: El cementerio de automóviles, Pic-Nic, El arquitectyo y el emperador de Asiria, etc Creó el "teatro del pánico" (del griego "pan", todo), presidido por la confusión, el humor, la búsqueda formal y la incorporación de elementos  surrealistas en el lenguaje.
     Otros autor, Francisco Nieva, con un teatro que incluye erotismo, absurdo y técnicas cinematográfica y surrealista: Nosferatu, Te quiero, zorra etc.
     En el panorama del teatro bajo los últimos años del franquismo no puede faltar la mención del fenómeno del teatro independiente (al margen del  teatro comercial) que sin dejar de ser crítico ante el sistema, busca nuevas formas de expresión. Estos grupos dan a conocer en España obras y  tendencias proscritas (Brecht, Sartre etc), crean sus textos, utilizan todos los recursos escénicos posibles ( luz, sonido, música, danza, formas del circo, del teatro de títeres etc)  y rompen la barrera entre el escenario y el patio de butacas. Con el tiempo algunos de estos grupos se profesionalizan y proliferan hasta nuestros días: Los Goliardos y Tábano en Madrid; La Cuadra en Sevilla; Els Joglars, Els Comediants, El Tricicle, La Fura dels Baus etc en Cataluña...

El teatro desde 1975
     Finalizada la dictadura y eliminada la censura con la llegada de la democracia confluyen todos las tendencias: hay un teatro underground y alternativo (que o no se representa o lo hace en salas pequeñas); se funda el 1983 la Compañía Nacional de Teatro Clásico; se adaptan novelas conocidas Cinco horas con Mario), de Delibes y surgen nuevos autores-actores: Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano, 1982) o se recupera a los exiliados ( Alberti, Arrabal) u olvidados (Lorca, Valle-Inclán).
     Los realistas consagrados siguen teniendo éxito: Alfonso Sastre (La taberna fantástica); Antonio Gala (Petra regalada). También tiene éxito la comedia burguesa, cuyos actores permanecen muchos años en cartel: Alfonso Paso ( Enseñar a un sinvergüenza); Ana Diosdado (Los ochenta son nuestros) etc.
     En nuestros días no hay novedades significativas, salvo que el texto se revaloriza y se produce un boom del género musical (El hombre de la Mancha, Mamma Mía, Hoy no me puedo levantar...).
     Otros autores de esta época: José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Bajarse al Moro); Ignacio Amestoy (Pasionaria).

 

 

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