Perícopas de Ángel Ganivet
Al terminar la paramera de los Llanos del Marquesado, el autor contempla a Guadix; y la visión de la Sierra coronada de nieves, de los torreones moriscos teñidos de oro, de las torres cristianas batidas de azul y de las huertas y caserios que pueblan el valle en que se asienta le hacen decir: Guadix es una Granada chica. Si algún día se hundiera la Alhambra y se acabara el Albayzín, tendriamos que emigrar a Guadix... ( Viajes románticos de Antón del Sauce , del cofrade Nicolás María López ) Así, en el hombre lo de menos es seguir estos o aquellos estudios, dedicarse a esta o aquella profesión; lo de más es ser hombre, y para serlo hay que tener encendida la fragua. ¿Cómo se consigue esto? Muy fácil: dándole al fuelle. La fragua del hombre está en el cerebro, y el fuelle es la palabra. Ya sabéis que amo el aire sano y la luz natural, el agua cristalina y el arte puro. Para mí, la verdadera civilización es la que florece en medio de la Naturaleza.