HISTORIETAS LOCALES, 5 Duelo en Guadix



El novelista Sebastián Roa es autor de la novela La loba de al-Ándalus, que gira alrededor de la figura de Ibn Mardanis, llamado por los cristianos el rey Lobo. Uno de los momentos culminantes de la obra lo constituye el sangriento combate entre al Asad y tres paladines cristianos del capítulo cuarto, titulado “Duelo en Guadix”.  



En 1152 Ibn Mardanis extiende su reino a lo largo de casi todo el litoral mediterráneo, desde Tortosa hasta la huerta murciana; y en el castillo de Lorca pacta con el rey Alfonso VII la conquista de Guadix. Entonces era Guadix una ciudad independiente, gobernada por el rey Ibn Milhan, apodado el Jardinero y  por su primer ministro, Ibn Tufayl,  que actúa ante los cristianos como negociador. Aunque el rey Lobo le ofrecerá un importante puesto en su corte, el filósofo guadijeño decide abandonar la ciudad y establecerse en la corte  almohade de Marrakech.
Uno de los méritos de la novela es la descripción de los lugares donde transcurre la acción: Albarracín, Valencia, Murcia, Lorca, los altos de la Sabica de Granada y Guadix. Transcribimos algunos fragmentos de la novela referidos al Guadix árabe:
“La alcazaba de Guadix florecía sobre el jardín de su medina, eso nadie
podía ponerlo en duda. Y lo que nadie dudaba tampoco era que su defensa se había convertido en algo imposible. Bien parecía que el régulo Ibn Milhán hubiera querido pintar un fresco: aprovechaba el tapial rojo de murallas y torres, y lo combinaba con el verdor feraz de los árboles, enredaderas y plantas colgantes con las que había adornado varias almenas. Además, a diferencia de lo que ocurría con Jaén o Lorca, la alcazaba de Guadix no se elevaba del mismo modo majestuoso sobre la medina. Donde debía erigirse una fortaleza, brotaba una bonita ciudad inundada de frondas y parras, y en lugar de torreones almenados, eran cipreses los que afloraban orgullosos hacia el cielo(...)”

 “Allí se habían reunido fuerzas venidas desde el condado de Urgel, desde las villas navarras propiedad de los Azagra, vasallos gallegos y toledanos leales a Álvar Rodríguez, el ejército de Hamusk y las huestes de Lorca, Murcia, Orihuela, Elche, Denia, Alicante y Cartagena. Las tiendas se amontonaban entre los terrosos montículos que flanqueaban Guadix, en las orillas del río que regaba el valle y sobre las huertas del arrabal, casi todas destrozadas por el abuso de la numerosa milicia que había acudido al lugar.
Alrededor de las murallas de la medina, también rojizas y de aspecto no muy recio, el ejército sitiador había dispuesto un espacio de seguridad constantemente vigilado.

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