HISTORIETAS LOCALES, 16: UN ACCITANO EN ROMA: FRAY DIEGO DE GUADIX (1550-1650)


     La orden franciscana desde su fundación en el siglo XIII tiene entre sus reglas la difusión del Evangelio entre árabes. Desde el primer momento pareció necesario para esta empresa dotar a los misioneros de una formación específica en lenguas. Esta vocación les movía a crear escuelas donde aprendieran la lengua hebrea, griega y arábiga en los conventos principales de la Orden. En Granada crearon la Escuela del Albaicín y es de suponer que también existiera en el convento franciscano de Guadix, creado inmediatamente después de su conquista, en 1490, por iniciativa del primer obispo de la ciudad, el franciscano fray García de Quixada. A este convento pertenecía fray Diego de Guadix.





Fray Diego de Guadix debió de tener relación estrecha con los moriscos de Guadix, posiblemente familiares. Según documentación recientemente publicada por José Rivera Tubilla, fray Diego de Guadix sería hermano de Alonso de Vega y Barrero, casado con Inés de Molina. A lo largo de todo el siglo XVI se mantuvo abierta en el Albaicín de Granada la Escuela Arábico Catequista creada por  fray Hernando de Talavera y allí imparte catequesis fray Diego de Guadix, quien afirma haber “predicado muchas vezes en esta lengua arábiga a moriscos y a árabes”.
Pronto es encargado de misiones de mayor relevancia. Fray Diego estudió árabe como un instrumento útil para la comunidad cristiana. Gracias a su contacto con el mundo morisco siente un gran respeto por lo árabe, al que se refiere como nación  y lengua, a diferencia de lo moro, que es el practicante del mahometismo, “la seta maldita”, el hereje.  Dice que “esta lengua arábiga me es a mí quasi materna, por averla aprendido y sabido desde niño”. Su interés es salvar almas, rescatarlas de su ignorancia y convencerlas, con el espíritu del humanista, no del inquisidor.


En Roma el convento Santa María in Aracoeli acogía el principal colegio orientalista dedicado al estudio de la lengua árabe.  Allí es reclamado fray Diego de Guadix en 1590 por la Curia Romana junto a otros peritos en lengua árabe. Por encargo del prelado de la diócesis accitana obtuvo del pontífice Sixto V, franciscano como él, la aprobación del oficio litúrgico de San Torcuato. Sobre nuestro patrón tenía escritas unas Lecciones de que no sabemos más, salvo que lo declara en su diccionario. Estuvo seis años  en el convento de los franciscanos de Santa María in Aracoeli, desaparecido desde su demolición en 1885 para construir en su solar el famoso conjunto Vittoriano, aunque se conserva la bella basílica. En este convento residieron también, en distintas épocas otros franciscanos españoles (San Diego de Alcalá, beatificado en 1588; fray Cristóbal Moreno, el beato Buenaventura de Barcelona, San Juan José de la Cruz, Aquí elabora su famosa Recopilación de algunos nombres arábigos, en 1593, un trabajo audaz y pionero, que recoge 4336 entradas. Es abundantemente citado en los primeros diccionarios del español,  el Tesoro de la lengua castellana, de Covarrubias (1611) y el primer Diccionario de la Academia  (1739), especialmente por sus aportaciones a la toponimia.
Tras acabar su obra vuelve a la provincia de Granada como maestro de Teología, intérprete de lengua árabe y visitador de conventos.

Murió en Guadix con fama de santo: “Después de tanto trabajo, pasó de esta vida con loable opinión el año de 1615 y está sepultado en el convento de Guadix.”

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