HISTORIETAS LOCALES, 17: LA MALDITA NAVIDAD DE 1846
José Requena
Espinar, como todos los inviernos, se trasladó de Granada a Guadix en el
galerón de Gregorio Martínez, apodado el Tocino, que hacía el viaje en
veinticuatro horas, de once a once de la noche, en un coche tirado por seis
mulas, sin ningún relevo, y sin más
descanso que una hora para comer en el Molinillo. Era “un mal camino de herradura, convertido después en un mucho
peor camino carretero”, bacheado, sin puentes sobre el Darro y el Fardes, que
salvaban por cuestas escalonadas. Iba acompañado de los otros estudiantes
paisanos suyos. Al llegar a Guadix los esperaban los criados y familiares, que celebraban los
regalos que les traían los estudiantes: zambombas, panderetas y chicharras con
cascabeles, y los acompañaban a sus
domicilios ayudados por linternas en una ciudad que todavía no disfrutaba de
ninguna clase de alumbrado público.
El día 28,
pasadas las fiestas familiares, los amigos estudiantes se reunieron en casa de
Ángel Sánchez Freila, en la calle San Miguel,
y organizaron una tuna para dar serenatas el día 30. Esa noche
fueron disfrazados a recorrer las casas de sus amigos, las de los señores
Dávalos, Martos, Soler y Alarcón. Allí bromeaban, cantaban, bailaban y eran
agasajados con dulces y licores.
En la plaza
de los Álamos, en el interior de la casa del escribano don Pedro Alarcón,
ocurrió un dramático incidente, al mezclarse con el grupo de amigos otros jóvenes
enmascarados que se dirigieron a las chicas con modos soeces, y provocaron una
reyerta que continuó en las escaleras de la casa y fuera, en la plaza, y se
agravó al sacar algunos armas de fuego, lo que desencadenó la muerte
del joven Manuel Sañudo y, posteriormente, de su novia Benita Toucedo. En
la novela “El Niño de la Bola” aparecen esas
pandillas de matones y barateros que atemorizan a la ciudad, de los que
tenían fama los hermanos Roselli.
Este desgraciado suceso sume a Requena
Espinar en una profunda depresión (dice literalmente que “aquel suceso
impensado hirió las fibras más recónditas de nuestra alma”) que le hace
interrumpir sus estudios y le retiene dos años en Guadix. No tenemos más
información de los hechos, pero es posible que este confinamiento obedezca
además a algún tipo de sanción penal o
académica. Ante esta situación “para matar el tedio que nos producían
las largas noches de un
invierno crudo e insoportable formamos una sociedad de familia”.
Requena dice que constituyeron “una tertulia al amor de la lumbre” en la que
recuerda a Torcuato Tarrago y Mateos, Pepe Ramírez de Aguilera, Gumersindo
García Varela, Bernardo Requena y Gonzalo, Pedro Antonio de Alarcón, José
Rivas Pérez. De Granada vienen frecuentemente Mariano Vázquez y José
Soler de la Fuente. El grupo se llama sencillamente La Tertulia y en él es
notable la presencia nutrida y activa de mujeres.
Pedro Antonio de Alarcón era el benjamín
del grupo. Sus biógrafos repiten siempre que tuvo que renunciar a seguir
los estudios universitarios en Granada por las estrecheces económicas de la
familia, lo que no resulta convincente, pues parece que los Alarcón disfrutaban
de una situación económica acomodada. Quizá
el incidente reseñado pudo ser la causa oculta de su extraña reclusión en
Guadix, lo mismo que hemos apuntado en el caso de Requena Espinar.
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